La comunicación de "la rosca"
- Georgina Paolino
- 26 mar 2023
- 3 Min. de lectura
Las negociaciones políticas, conocidas como "la rosca", tienen mala prensa. En épocas de escepticismo hacia la política, ¿es posible comunicarla sin perder el interés de la ciudadanía?
Vivimos “momentos culminantes”, como decían en la tele cuando faltaban pocos capítulos para que finalice la novela. De a poco, empiezan a descubrirse los candidatos que disputarán las próximas elecciones, así como los políticos que declinan participar de la competencia electoral.
Son semanas de mucha “rosca”, como se denomina al proceso de negociación e intercambio entre políticos, asesores y operadores con el fin de conseguir un objetivo político, en este caso la definición de candidaturas.
Hay una parte de este proceso que ocurre tras bastidores, en encuentros privados. Sin embargo, la rosca también aparece como acto público, con distintas motivaciones y bajo diversos formatos.

En este contexto de apatía y desconfianza hacia la política, la comunicación de “la rosca” se presenta como un gran desafío que requiere de una precisión quirúrgica, si se quiere evitar profundizar el sentir actual.
¿Qué comunicar cuando la política está rosqueando? ¿Qué comunicar cuando los políticos aún no formalizaron sus candidaturas? ¿Es posible comunicar la rosca política?

El ámbito natural histórico de estas negociaciones fueron los medios tradicionales: notas en radios y televisión, titulares llamativos en periódicos con fotos en cafés o asados. En redes sociales, las publicaciones de políticos haciendo política no suelen ser exitosas, dado que no son actividades con las que la audiencia pueda conectar o sentirse identificada. Muy por el contrario, son instancias que le son ajenas y que les recuerdan sus dudas y sentimientos negativos por la política.
El principal problema para comunicar “la rosca” es la ausencia de la ciudadanía en ese proceso de discusión
Los contenidos que mejor funcionan en redes sociales son aquellos que involucran a la gente, que hacen foco en sus preocupaciones, y que los ubican como protagonistas. Por eso otros ciudadanos ven esa publicación y sienten una conexión.
Se entiende que buena parte de la política muestra la rosca como estrategia de posicionamiento político: se muestra cerca de alguien, en situación de igualdad frente a alguien, en una ubicación geográfica donde quiere hacer pie, en un acto con otros dirigentes que brindan apoyo, etc. El público al que va dirigida esta comunicación es la propia política.
Pero cabría preguntarse si en ese camino no estamos descuidando a quienes, en definitiva, van a votar. Quizás, si es necesario comunicar rosca, habría que reducirla a los canales en los que está el “círculo rojo”, políticos, periodistas y entendidos de la política, como Twitter o medios tradicionales. Otra alternativa podría ser desarrollar una estrategia de contenidos que contemple publicaciones para estas distintas audiencias. Que la etapa de rosca no invisibilice o interrumpa el trabajo previo de posicionamiento identitario de la figura política.

En el mundo ideal del especialista en comunicación política, no aparecerían contenidos de rosca política lo que facilitaría el mostrar otros aspectos de la vida del político a partir de los cuales esperamos lograr una afectividad positiva del electorado.
Esto no suele ser posible por la naturaleza propia del proceso político.
La recomendación es, por tanto, no perder de vista nuestra estrategia de comunicación a la hora de comunicar la rosca para no quedar atrapados en una lógica que nos distancie de una ciudadanía cuya atención ya es de muy difícil captación.








Comentarios